A principios del siglo
XX
El teatro en Europa
durante las primeras décadas del siglo XX está marcado por la tensión entre la
objetividad del realismo y las propuestas antinaturalistas. El teatro europeo
de la época se va a convertir en un espacio de indagación con influencia de las
artes plásticas.
Algunas expresiones
teatrales van a ser adoptadas por el público burgués. El realismo ibseniano. El
hombre que duda entre la verdad dolorosa y la mentira piadosa, va a ser
utilizado por muchos autores de la primera década del siglo XX para retratar en
el escenario la vida cotidiana y los problemas de una burguesía orgullosa de
verse interpretada en el escenario.
Ante ese teatro
mayoritario, se le van a oponer dos posturas: una intelectual (minoritaria) y
otra de tipo político en la que se aprovechan muchos de los procedimientos del
realismo objetivo pero en las clases más pobres en vez de en un ambiente burgués.
Este teatro fomenta la revolución proletaria y se va a manifiesta en lugares
públicos.
Posteriormente, ya en
plena posguerra española y en plena II Guerra mundial aparece el Teatro del
Absurdo. Representa la insignificancia del hombre, la poca capacidad para
comunicarse y ser feliz, la volatilidad de la vida y de la historia que siempre
vuelve al mismo punto.
Antes de la Guerra
Civil
El teatro anterior a la
Guerra Civil se caracteriza por su lejanía de las nuevas tendencias que aparecieron
en Europa. Predomina un teatro de corte costumbrista, rural y burgués. Teatro
en verso y uso del humor como recurso de la dramaturgia española del momento. También
algunos se atrevieron en el género dramático con inserciones más filosóficas o
morales.
Ramón María del
Valle-Inclán creó un género ahora conocido como "Esperpento". Dan una
imagen distorsionada de la realidad. Un esperpento consiste en enseñar al mundo
un espejo que alarga, distorsiona y
deforma lo que refleja. Valle-Inclán animaliza a veces a sus personajes y
muestra la distancia entre el rostro y la máscara, entre el ser real y el ser
social y los conflictos que suceden en la distancia que los separa.
A medida que nos
aproximamos a la Guerra Civil española van apareciendo dramaturgos que
intentarán salir del escapismo del teatro españo. Los autores de la Generación
del 27 harán que el teatro sea una de sus manifestaciones más importantes. Después de la Guerra Civil
La Guerra Civil creará
una ruptura en la evolución de la literatura española. Muchos dramaturgos murieron en el conflicto armado (Lorca
o Muñoz Seca). Otros se exiliaron a México o Argentina. Los que se quedaron representaron
en sus obras el dolor de lo vivido.
Después de la guerra se
pretende hacer del teatro un sitio de reflexión y de denuncia. La censura hace
que la mayoría de autores no abran temas políticos y, si lo hacen, presentados
de forma secundaria o metafórica.
Los textos de la época no
humorísticos inciden en conflictos sociales. Antonio Buero Vallejo introduce la
denuncia social y política mediante la injusticia y la explotación de sus
personajes. Buero defiende la búsqueda de la verdad, la honradez con uno mismo y con los demás y la justicia.
Teatro de Humor
El teatro de humor que
había triunfado en las primeras décadas del siglo no deja de
representarse. Pero en la década del 20
se destaca la creación de la
"astracanada", un género satírico en el que el verso cargado de
ripios ridiculiza géneros literarios como la novela o el romance. Enrique
Jardiel Poncela será más conocido en los años veinte como novelista, pero consigue
su fama definitiva con el teatro. Sus primeros textos son escritos justo antes
de la guerra y mas adelante se convierte en uno de los dramaturgos de mayor
éxito en el teatro español.